Las librerías deberían estar señalizadas en los mapas como zonas pligrosas. Marcadas como establecimientos poco recomendables. Como anomalías sospechosas en la geografía comercial. Nadie sabe explicar a donde conduce la puerta de una librería.Por eso los que entran tardan tanto en salir. Se han perdido. A veces, para siempre. Los libreros son gente extraña. ¡Abrir una librería! Piénsalo, hermano. Mira a derecha e izquierda. Consulta el reloj. El móvil. Lo que sea. Mueve ese culo. Disimula.¿Vas a entrar? No me jodas. ¿Vas a entrar, de veras, en una librería?
Manuel Rivas
jueves, 22 de diciembre de 2011
El valor de un libro 11
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