- Derecho a no leer: Puede sorprender, pero lo primero es aceptar que puede haber gente a la que no le guste leer, y que nunca debemos convertir la lectura en una obligación.
- Derecho a saltarse páginas: No todo libro, es una obra maestra. Probablemente tenga partes que nos resulten demasiado complicadas o incluso aburridas. En ese caso, es mejor saltarse esas partes que renunciar del todo a la lectura del libro. Vamos, lo que toda la vida se ha llamado "lectura puntual" o leer solo lo que te interesa.
- Derecho a no terminar un libro: Al igual que te saltas las partes que no te gustan de en medio, tampoco nadie está obligado a terminar un libro si no le está gustando o sospecha que lo que no le gustará será el final.
- Derecho a releer: Y derecho a hacerlo cómo queramos, así sea sin saltarnos una coma, o leyendo sólo aquellas partes que más nos emocionaron.
- Derecho a leer cualquier cosa: Qué nadie nos limite porque "no es buena literatura", "solo recurre a tópicos" o "es comercial". Cualquier lectura es buena para que amemos leer. El tiempo y la experiencia harán que poco a poco descubramos libros mejores que sabremos apreciar en su debido momento.
- Derecho al bovarismo (enfermedad de transmisión textual): Leer con pasión, devoción, incluso obsesión, hasta el punto de creer que lo que leemos, es real.
- Derecho a leer en cualquier parte: Cualquier sitio es bueno para leer, aunque solo tengas un momento.
- Derecho a picotear: Leer varios libros a la vez, leer un poco de un libro y abandonarlo hasta que volvamos a sentir ganas de seguir con él...
- Derecho a leer en voz alta: Exteriorizar tu lectura, riendo, interpretando o expresando lo que sientes al leer.
- Derecho a callarnos: O mantener nuestra lectura como algo personal y propio, y no compartirlo con nadie más.
Daniel Pennac, "Cómo una novela" (1992)
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